En tiempos de "patologización" de la infancia, acerca del aprender, del acto de transmisión, más abajo transcribo parte de una conferencia de Mari Carmen Diez Navarro. Un enfoque pedagógico abierto, alternativo al que aparece en este link:
https://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=y1UHBxeNcFA

“Me había comprometido a decir
algo sobre mi manera de ver la escuela, mi manera de ver el hecho de ser
maestro, la educación… entonces lo que hago después de haber leído mucho, de
haber cincelado mucha teoría, haber aprendido, haber escuchado a los demás,
haber estado con diversos compañeros y,
sobre todo, haber aprendido directamente de lo que los niños me hacen ver, después de
todo eso resulta que elijo continuar fijándome en las cosas de cada día. Entonces de las cosas de cada día voy a intentar decirles algo. Y una vez que lo vaya diciendo supongo que de
paso, como puede pasar por añadidura,
salga algo de teoría, a lo mejor alguien va a poder captarlo, está
metida ahí. No soy capaz de ponerme a
decir una cosa teórica, “a pelo” porque
se supone que eso está en los manuales y en los libros, y en cambio las cosas diversas que van pasando
cada día y cómo uno pueda atreverse a
encararlas, a acogerlas, a vivirlas con los niños, de eso cada cual tiene su
propia experiencia que podríamos contarnos…
Voy a empezar hablando de “Los
pendientes de la maestra”, mi último libro.
Resulta que en Buenos Aires y aquí se entienden “los pendientes de la
maestra” como las cosas pendientes que tiene la maestra por hacer, por aprender
o lo que sea. No son esos pendientes,
son éstos (señalando sus caravanas), nosotros les llamamos pendientes, resulta que aquí le llaman “caravanas”. Serían “Las caravanas de la maestra” o los aros, los aretes… Lo que ocurre con esto, y lo puse de
subtítulo, fue por algo que pasó en mi
clase.
Yo normalmente llevo pendientes y
cada día me los cambio, según el humor, no sólo según la ropa, sino según el humor de mi piso de abajo. Entonces, como algún día me veáis sin
pendientes significa algo tremendo, que estoy hecha polvo, que no me puedo ni
mirar. Me pasa muy pocas veces pero
puede pasar. O si me los pongo muy
pequeños también, mala cosa.
En una época, cuando veía gente
con pendientes grandes me gustaba, me daba envidia y me arrebataba mucho el
movimiento de los pendientes, me suena a algo muy vívido. En mi casa se decía que los pendientes son
muy de gitana, así se decía, entonces, claro, yo no me podía atrever a ponerme
aquello que tanto me gustaba, eran los que cuelgan, porque eran de gitana, como
algo despectivo. Total que no me los ponía y cuando me los empecé a poner no
hubo modo de que me los dejara de poner.
Entonces, el primer día de clase
de un curso cuento esto de mi porque, la verdad que hablo mucho, me gusta
contar cosas mías, es porque creo que las cosas de los maestros, las cosas
nuestras, de las personas, vienen
juntas, que no se puede hacer escuela si no te haces presente ahí con lo que te
gusta a ti. Porque sinó puede ser que
enseñes a leer, incluso puede ser que enseñes números, a escribir algún
dibujito copiado (no como éstos del Taller Barradas que te quitan el alma de
verlos quitando y metiendo la mano) puede ser que enseñes cositas pequeñas pero
si no te enseñas tú no haces escuela, no estás con los niños de persona a
persona, así es como lo veo.
Pues yo iba con mis pendientes el
primer día de curso y viene un chico de mi clase, un varón, un niño, Hugo, me
dice: “Llevas pendientes caracol” ,
“Sí”, le digo, “me gustan”. Dice: “A mí
me gustan los caracoles”; esto era seducción en el estado más puro, se me ponía
delante, me miraba, “a mí me gustan los caracoles”. “Me alegro, bueno, dibújame un caracol”. Bueno, salió a la pizarra y dibujó el
caracol; todo el mundo se puso a hacer
caracoles en la pizarra y yo se los agradecía, y se me olvidó incluso. Al siguiente día llegó y me dice: “Hoy no son de caracol, hoy son de huevo”. Yo digo “Ah, pues sí, de huevo, qué tal,
salimos, haz el huevo”. Yo con mi
ritual, el asunto es que cada día miraban, salían, yo lo miraba y era una
especie de “Aquí estoy yo”, como nosotros, él me mira, yo le miro, nos vamos
gustando, una cosita así, no? Era
curioso, simplemente duraba un ratito, y yo pensé “tampoco hace mal”, en todo
caso hace bien al currículum hectográfico (técnica de multicopiar). Que hagan pendientes… Siempre la maestra de antes queda, en la
maestra que te han dicho: “enseña,
enseña, que ellos no saben” y es mentira, eh, porque saben y tú sabes menos a
veces que ellos. Bueno, entonces resulta
que con el asunto ese de los pendientes un día eran de color y dijeron que
quedaban mal en la pizarra, me pidieron hacerlos en un papelito y empezaron a
hacerlos en papeles. Algunos incluso
hicieron los que ya habían pasado de otro día y me pedían que los grapara. Se hicieron como un catálogo de pendientes y
todo iba bien. Quiero decir que, ¿qué me ocupaba? ¿Un momento por la mañana? Bueno, pues era una forma de empezar, vale. Sintiendo
lo analizo según está pasando, solamente hay como una cuestión de
intuición reflexiva porque luego la voy pensando y luego la relaciono con la
teoría, pero de momento es lo que se vive, donde se
siente. Y yo veía que lo que valía era
para estar juntos y mirarnos y ya está, uno se va conociendo… Un buen día se me acaban los pendientes y me
pongo el mismo, el del caracol, y me dicen:
“Este lo tenemos”. Digo: “Bueno, pues, es que no tengo más”, y
entonces me dicen: “No importa, te
traemos los de nuestras madres”. Sí,
sí, y los trajeron, es decir, de pronto
a veces varios y teníamos que dejarlo para otro día… El pendiente de la madre de Marina cuando iba
a cenar, eran largos, yo me los tenía que colocar, no te creas que era así, no,
tenía que ponérmelos y era un ritual, un ritual fetichista total. Bueno, el caso es que me los ponía, los
dibujaban y, un buen día una niña trajo unos que eran de aquí a aquí porque
eran de una fiesta de moros, que los pendientes son un adorno… Bueno, tardaron esa mañana, claro, eran
dificilísimos de hacer pero los hicieron.
Con todo esto incluso algunos pendientes de abuelas trajeron y las
madres me preguntaban: “Pero, ¿qué pasa
con los pendientes? Está rebuscándome
las cajas de los pendientes todos los días a ver si hay alguno que no lo
tengamos”.
Bueno, se convirtió en esa
especie de complicidad, de seducción, de juego mutuo, de vinculaciones. Una manera como otra cualquiera de vincular
pero más original, porque además no era que lo dijera solamente Hugo, que fue
el primer día. Sin haberlo votado era de
todos el tema este. En la reunión de
padres se los conté y me decían: “¿Y
esto para qué vale?”. Y era curioso que
los padres, ya sabéis, que hay toda esa tendencia a que aprendan mucho, pronto,
magníficamente, a que sepan Inglés, a que vayan a Informática, corriendo,
corriendo, corriendo, les metemos prisas y apremios para que después estén un
poco hartos ya a los 7 u 8 años a veces de tanta prisa y apremios y desconecten
del entusiasmo.
Yo creo que vale la pena ir más
despacio y a los padres les expliqué:
vamos a ver, sirve para que nos hemos encontrado, que me han hecho
gracia, nos hemos vinculado a través de los pendientes y eso es una cosa
importante, que la maestra y cada niño, que la maestra y el grupo de niños
tengan un vínculo, eso es de lo que vivimos en la escuela, porque si el vínculo está bien hecho resulta que
ellos van a aprender lo que tú les digas y lo que no, y van a proponer, y van a
ir por delante entonces, claro que vale la pena. Los padres no es que estuvieran en contra
sino que no lo entendían, no sabían como tomarlo, entonces yo les expliqué lo
mismo que hago siempre, el ritual de la mañana, les hacía gracia, vieron los
catálogos aquellos de tal, lo bien hechos que estaban con esmero allí y
dijeron, “Bueno, los voy a ver”, y dije:
“Y si alguien tiene preocupaciones académicas esto es educación gráfica,
hay curvas, hay espirales, hay toda clase de líneas”.
Bueno, ahí quedó aquello y cuando
llegó el momento de plantearme un título para el libro pensé que este es un
título que representa una de las cosas que yo veo importantes en la escuela y
es este aspecto de vinculación, importante y fundamental, con cada niño y con
el grupo de niños, sin el cual resulta que la escuela queda estilo a la escuela
tradicional donde tú ibas y el maestro no se volcaba, y el que se volcaba desde
luego se nota en que todo el mundo lo recuerda. Si os
ponéis a pensar en qué maestro os viene a la cabeza como os ha llegado, es
alguien que de alguna manera ha vinculado con vosotros, de alguna manera te ha
escuchado algo, o ha contado algo suyo, o te gusta cómo hacía tal cosa, o de
pronto un día se ponía ahí a hacer teatro con vosotros, o sea, que ha jugado contigo. Si uno recuerda a un maestro con cariño le
ve cualidades de relación; es raro que digas “me gustaba más este maestro por
lo mucho que sabía”. No lo he oído
nunca. Mira que he hecho cursos de
pequeño formato, donde la gente iba hablando de qué recordaba de sus
maestros. Eso no lo decían. Lo que todo el mundo se acordaba era aquella
maestra que un día se le rompió el no se qué y se lo cosió, y todo el apuro que
tenía; y aquel maestro que jugaba
contigo a tal cosa, o que tenías un día una pena y te consolaba….
Una vez un niño me dijo: “¿Tú te has enterado que hay una red en el
mundo, por arriba, y ahí está todo colocado y cuando quieres algo tú te lo
bajas? Y esa red se llama
internet”. Él se había enterado, se ve
que el hermano mayor se lo explicó de esta manera tan gráfica, que yo creo que
está bien. Entonces yo le digo: “Sí, sí, me había enterado”. Me dice:
“Entonces en mi casa ahora, cuando queremos saber algo, lo buscamos en
la red y lo bajamos”. De esa forma es
como él lo expresaba.
Lo que vengo a plantearles es que
las cosas que un maestro puede transmitir y puede ofrecer a un grupo de niños
en ese acompañamiento que es estar en la escuela con ellos, es raro que lo
encontremos en internet… “
MARI CARMEN DIEZ NAVARRO EN EL URUGUAY.
Maestra de
Primera Enseñanza, Especialista de Educación Preescolar, Licenciada en Psicopedagogía
CONFERENCIA "LOS PENDIENTES DE LA
MAESTRA"
16 DE MAYO DE 2012
ORGANIZADA POR TALLER BARRADAS EN SALA NELLY
GOITIÑO MONTEVIDEO - AUSPICIOS Y PATROCINIOS: MINISTERIO DE EDUCACION Y CULTURA
OMEP URUGUAY